Einbeck, una ciudad hanseática en la Baja Sajonia, Alemania, con 31,591 habitantes en 2013, se ubica en la confluencia de los ríos Ilme y Krummes Wasser y el canal Mühlenkanal.

Sus orígenes se remontan a «Eimbeeke», con la primera mención escrita en 1158 en un acta de Federico I Barbarroja. La fundación de una colegiata por el conde Teodorico II de Katlenburg y la condesa Gertrud de Braunschweig, junto con el desarrollo de un mercado y una segunda iglesia, sentaron las bases de la ciudad. En 1252, Einbeck obtuvo derechos de ciudad, y en 1279, el duque Heinrich I de Braunschweig-Grubenhagen extendió sus privilegios, permitiendo a 700 casas la fabricación de cerveza, lo que impulsó la economía local.

En 1368, Einbeck se unió a la Liga Hanseática, lo que le trajo gran prosperidad hasta el siglo XV, superando incluso a Hannover en población. Para su defensa, se construyó un talud con árboles, del cual hoy solo quedan topónimos de torres como el Kuventhaler Turm.

La ciudad sufrió graves incendios en 1540 y 1549, que destruyeron gran parte de sus edificios, por lo que la mayoría de las construcciones actuales son posteriores a estas catástrofes. La Guerra de los Treinta Años (1623) provocó una nueva devastación y el declive de la ciudad, mientras que las murallas fueron voladas durante la Guerra de los Siete Años. No fue hasta el siglo XVII que la industria textil propició un resurgimiento.

Durante la anexión francesa (1807-1813), Einbeck fue sede de una subprefectura. En 1826, el barrio de Neustadt sufrió un incendio. En 1885, se convirtió en la sede del landkreis, y en 1974, se fusionó con el distrito de Northeim y otros 27 municipios rurales. Finalmente, en 1946, la población se duplicó debido a la llegada de alemanes expulsados de Silesia tras la Conferencia de Potsdam.